La primera pareja

 La energía cósmica se expandía cual polen por el aire hacia la evolución. El primer hombre se arrastró hasta la poza de agua entre los junquillos. El agua fresca lo revivió y al levantar la cabeza de la poza, notó, por primera vez, su reflejo del agua. Se observó intrigado.

Al mirar hacia el bosque vio seres debajo de los árboles que le resultaron extraños. Les tuvo miedo e instintivamente se agazapó para ocultarse, y los vio chillar, pelearse. Adán volvió a mirarse en el reflejo del agua, él era igual a ellos, pero también diferente.

Adán, partió de su entorno sintiéndose débil y vulnerable, pero tenía las estrellas que alumbraban su camino.

Un día cazó un venado joven y con una piedra afilada le cortó el cuello y ofrendó su sangre a los astros para que continuaran alumbrando la oscuridad de sus noches.

En otra parte de la Tierra, la primera mujer, Eva, llevaba días siguiendo el rastro de Adán sin lograr darle alcance. Ya cansada, se detuvo bajo un árbol cuyas ramas formaban un toldo protector, sus raíces gigantescas eran una especie de madriguera en la que se acomodó para pasar la noche. Soñó con el árbol en cuyos pies dormía, lo veía luchar desde el claustro de las profundidades subterráneas, y después de mucho esfuerzo el árbol lograba asomarse como una pequeña bellota en el suelo.

Eva, era ágil, cautelosa e intuitiva, sin embargo, una tarde, al tratar de cortar una manzana perdió el equilibrio y cayó al suelo. Eva entró en el Tiempo de los Sueños.

En el Tiempo de los Sueños todas las cosas  son un reflejo de nuestro conocimiento. Eva tenía sed y soñó con un río. Sintió hambre y una serpiente vomitó frente a ella una manzana

Eva no adoraba a los astros en el cielo, en los sueños, estaba el mapa de su ruta.

Adán levantó la vista, se puso de pie, se llevó la mano a la frente para esquivar el sol y, al verla, la ahuyentó con gritos y gestos. Eva no se marchó. Traía del Tiempo de los Sueños la manzana en su mano.

Adán se acercó curioso, midiendo cada uno de sus pasos, atento y alerta, cerciorándose de que era bienvenido. Ella le ofreció la manzana y él al comer el dulce fruto asoció  a Eva con el placer. 

Cuando la luz de las estrellas iluminó la noche, Adán y Eva crearon su descendencia de cielo y tierra.

Deja un comentario