El rey Topiltzin            

Redivivo de entre ruinas inmemoriales, emergido del sepulcro descuartizado por el tiempo, en el corazón de la selva, el rey Topitzín se alzó con movimientos torpes y caminó fuera de su tumba. Afirmándose en ruinosas paredes llegó hasta un charco de agua, bebió hasta saciarse y luego cayó en un profundo sueño. Cuando despertó, tenía su cuerpo rejuvenecido, era joven y vigoroso. Había sido resucitado de entre los muertos. La alegría llenó su alma, su dios le devolvía su mundo; pronto se levantarían sus soldados, con quienes conquistó tierras, y sus sacerdotes, con quienes sacrificó a miles de vírgenes para subyugar su debilidad de hombre y mantenerse célibe, resguardando así el derecho a ser descendiente de dios.

El rey Topitzín observó sus vestidos, sus joyas, su perro con ojos de diamantes. Al ser destituido lo había perdido todo. No se arrepentía, ningún hombre habría resistido a una mujer que tenía el candor de eterna enamorada, palabras dulces ysabias, y unas manos que convertían cualquier gesto en caricia.

El rey dedujo que su dios estaba dándole una segunda oportunidad para enmendar su desliz. Esperanzado, abandonó su tumba y caminó de regreso a su gente.

Al entrar en su ciudad real, el rey vio a su gente viviendo la miseria de la última guerra, hambre y desolación en cada rostro. Y en medio de tanto dolor, un emisario vociferaba la nueva: extrañas naves habían anclado en la costa… Al escuchar aquello, el rey Topitzin supo que su dios no iba a restablecer su pasado, iba a enfrentarlo a un choque entre dos mundos. 

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