El diablo en el desierto

 

Cuando Carlitos visitó mi parroquia era un joven muy sensible, con una sensibilidad que resulta difícil de encontrar entre los muchachos de su edad. Él se unió al grupo de los “zapatitos”. Yo los llamaba así y les explicaba que era porque ellos tenían la impresión de que sus pies los estaban llevando a la iglesia.

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Brujería

 

 

En una aldea europea, vivía Clarisa, una joven dedicada al conocimiento científico y a la preparación de ungüentos para aliviar diversos dolores.  Caminaba por el campo recolectando hierbas silvestres, raíces y flores. Maceraba las plantas en alcohol o las hervía para extraer los ingredientes medicinales. 

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La gaviota

 

María es una joven artista del graffiti. Lleva en su mochila los tarros de pintura aerosol y un sándwich para el almuerzo.   

Al atravesar el barrio-puerto, se encuentra con un perro que husmea en un contenedor de basura en la esquina.  Es un quiltro mediano, fuerte, de color blanco con manchas negras.  El perro huele la juventud y la determinación en la muchacha, y sin dudarlo, la sigue al trote.

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El regreso de Mil Ciento Diez

 

Madagascar, en el año tres mil veintidós, es una central de producción de energía a nivel mundial. Todos los operarios de la central nuclear son robots, ocupados en manipular las barras de combustible radiactivo.   

El robot Mil Ciento Diez, con las tuercas aceitadas y apretadas, caminaba hacia su celdilla, después de una larga faena.  De repente, sufre una falla en su sistema motriz y hace un gesto inusual: levanta la cabeza y mira a su alrededor. Está desorientado y comienza a caminar en dirección opuesta a su celdilla, hacia los cerros.    Arrastra los pies y no sabe caminar en tierra.  Avanza pesadamente.

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Demetrio Pappas

Una vez existió un sastre que poseía un chaleco negro bordado con zafiros de África. Demetrio Pappas era el nombre de este hombre, quien vivía en la isla de Kasos.   Un día, con su chaleco puesto, llegó al malecón en busca de transporte al continente, pero el costo del viaje resultó ser más caro de lo que tenía en el bolsillo.  Sentado en el muelle, contó de nuevo las dracmas hasta el último céntimo. Le faltaban dos.

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